Pedro y el lobo en los mercados4 min read
Tiempo de lectura: 3 minutosTexto: Departamento de Asesoramiento y Análisis de A&G
La actividad económica se ha mostrado algo más resiliente de lo que esperábamos durante el primer semestre, hasta llegar a una situación en la que son muchos los que piensan que, a pesar de la rapidez y virulencia de las subidas de tipos, el aterrizaje suave de la economía es el escenario principal. La situación de los mercados nos recuerda cada vez más al cuento de Pedro y el Lobo, en el que el pastor bromeó tantas veces con sus vecinos sobre la amenaza del lobo, que cuando finalmente llegó, nadie tuvo en cuenta su aviso y éste dio buena cuenta de las ovejas.
Esperábamos una recesión suave y eso es exactamente lo que estamos teniendo en Europa, una vez se ha diluido el efecto positivo de dos golpes de suerte con los que nos encontramos durante el invierno: un clima suave que favoreció la fuerte caída del precio del gas y la reapertura adelantada de la economía China.
En EEUU, esperábamos algo parecido y no ha ocurrido hasta ahora. El primer trimestre se saldó con un crecimiento del PIB del 2% anualizado. Como venimos diciendo hace varios trimestres, la buena salud del mercado laboral y por extensión, del consumidor, acotan mucho el posible impacto negativo del peor escenario, pero ya existen síntomas de desaceleración en el mercado inmobiliario, impulso de crédito y ciertos nichos de consumo.
Una vez más, los bancos centrales han vuelto a ser protagonistas del trimestre, aunque esta vez seguidos muy de cerca por la inteligencia artificial. Finalmente, vimos la pausa de la Reserva Federal, que mantuvo sus tipos de interés estables en el 5,25% en su reunión de junio tras 10 subidas consecutivas. Consecuencia del reciente repunte de inflación y crecimiento, tanto los miembros de la FED como el mercado, cuentan con una o dos subidas adicionales. No son descartables, pero el camino de los tipos desde el 0% hasta el 5,25% está hecho y centrarnos “sólo” en lo que pueda quedar desde aquí, es permitir que los árboles nos tapen el bosque. Ahora la pregunta es cuándo empezarán las bajadas y no creemos que vayamos a ver nada de relevancia en ese sentido hasta 2024.
Cinco meses después, las bolsas cierran el primer semestre en niveles muy cercanos a los del cierre del mes de enero 2023. La fortaleza inicial se explicó por un posicionamiento extremadamente pesimista consecuencia del annus horribilis 2022. Primero se borró el pánico, más adelante siguieron las compras por el miedo a perderse las subidas, y ahora, hemos alcanzado niveles de complacencia peligrosos, según apuntan diferentes indicadores.
No podemos terminar sin pasar por la inteligencia artificial, que se ha puesto en boca de todos tras la proliferación de Chat GPT y los resultados de Nvidia, que pusieron de manifiesto su enorme potencial en las cuentas de algunas compañías. Como todo gran avance tecnológico disruptivo, amenaza a ciertos sectores y puestos de trabajo, pero su adopción es imparable y tiene el potencial de solucionar uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos en las economías desarrolladas: la productividad. Esta adopción será mucho más rápida de la ocurrida con tecnologías anteriores, dada la rápida expansión en número de usuarios y la rapidez con la que se está reduciendo el coste de implementación. No obstante, desde el punto de vista bursátil, todo tiene un precio y no pagaríamos por una acción 25 veces ventas.
Por todo lo anterior, mantenemos un posicionamiento de cautela, preferimos renta fija que renta variable, preparados para cuando llegue el lobo, y después aprovecharemos las oportunidades que nos de un nuevo ciclo en el que tipos de interés a la baja y mejora de competitividad serán viento de cola para los activos de riesgo.
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