Tendencias de Inversión

Productos Estructurados: Aprender del Futuro9 min read

2 octubre, 2020 6 min read

author:

Productos Estructurados: Aprender del Futuro9 min read

Tiempo de lectura: 6 minutos
Texto: Javier Martínez López, Director de Consultoría Estratégica y Productos Estructurados de A&G

La misión a Marte más ambiciosa de la NASA Mars 2020 ya está en marcha desde el pasado 30 de julio y si todo se desarrolla según los cálculos previstos llegará a la superficie de Marte el 18 de febrero de 2021. Un viaje de siete meses cuyo objetivo es encontrar biomarcadores de vida pasada en el planeta. Además, se trata del primer paso antes de enviar seres humanos a Marte.

Cabo Cañaveral también se encontraba esa mañana de verano en la extraña “nueva normalidad”, con una sala de control medio vacía, mascarillas en los rostros de todos los ingenieros y sin que se pudieran producir abrazos de alegría. Alegría contenida. Para que este momento haya sido posible ha sido necesario gestionar la gran incertidumbre que conlleva el proyecto, establecer objetivos claros y alcanzables, contar con líderes sólidos, equipos cohesionados, meses de compromiso, duro trabajo, planificación estratégica, el talento y la tecnología adecuados. La clave es la excelencia, es decir, el compromiso con la mejora continua, de aportar el máximo posible para minimizar la incertidumbre del proyecto.

Y es que se ha producido un cambio drástico en el mundo que conocíamos dejándonos un escenario nuevo que gestionar. Cuando el futuro es incierto, más que nunca es necesario construir una estrategia sólida, pautas, procesos ordenados y políticas de actuación que nos ayuden a dirigirnos hacia el destino correcto.

La adecuada gestión de nuestras inversiones se convierte en fundamental para atravesar el océano de la incertidumbre sin sufrir un naufragio financiero. De hecho, debería proporcionar seguridad presente y futura y evitar el estrés de dichos procesos.

En este contexto, la incorporación de productos estructurados adecuados en la configuración de las carteras de inversión puede aportar un gran valor en cuanto a la reducción de la incertidumbre y generación de rendimientos futuros.

  1. Cambio drástico del mundo que conocíamos

En los últimos meses hemos descubierto que nuestra zona de confort puede cambiar rápidamente. La crisis sanitaria, económica y política ha dejado traslucir nuestra vulnerabilidad y la pésima capacidad política, sanitaria y de gestión en la que se encuentran muchos países a los que se llama “desarrollados”:

  • Las capacidades estratégicas de los gobiernos se han visto disminuidas y sus capacidades tácticas anuladas por necesidad de atención a las urgencias.
  • El producto interior bruto, reflejo de la riqueza que generan los países, se está derrumbando así como el empleo y los mercados financieros.
  • Tiembla el pilar de la democracia, el estado de bienestar. La carta europea de los derechos humanos dice en su preámbulo “…la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad…” Las escenas vividas en los últimos meses, la falta de información fiable, de atención sanitaria, la acumulación de enfermos y fallecidos como mínimo refleja un descuido hacia la dignidad de los ciudadanos.
  1. Incertidumbre y salud financiera

Las crisis son impredecibles y generan una continua incertidumbre. Su principal efecto sobre el inversor es la ansiedad, que procede de la incapacidad para comparar el presente con cualquier escenario que hayamos experimentado anteriormente. Cuando carecemos de analogías con el pasado es muy difícil imaginar cómo pueden desarrollarse los acontecimientos futuros. La falta de puntos de referencia produce una ansiedad generalizada que dificulta la toma de decisiones. De hecho, comprendemos mejor las situaciones de riesgo que las de incertidumbre.

Un reciente estudio realizado en Estados Unidos (EBTS Metlife) ha determinado que la salud financiera se encuentra entre las mayores preocupaciones de los trabajadores. De hecho, dos de cada tres aseguran sentirse más estresados que antes del inicio de la pandemia, y más de la mitad (52%) muestra una mayor preocupación por su salud financiera, por encima de otros aspectos de bienestar como la salud física, mental y social. Por tanto, contribuir a mejorar la salud financiera es clave para navegar por esta nueva realidad.

En los próximos años el sistema financiero debe ser más consciente sobre cómo recuperar la calma del inversor. Los Bancos Centrales deben hacer su parte mediante la inyección de estímulos monetarios. Los Gobiernos deben ser menos políticos y mejores gestores y facilitar los estímulos fiscales necesarios. Las entidades deben generar  formas más eficaces de interactuar con los clientes y los Banqueros estar más cerca de ellos, puesto que son la figura clave que aporta confianza y ayuda a reducir la incertidumbre y la ansiedad del cliente.

  1. Aprender del Futuro

La misión de la NASA Mars 2020 conllevará diversos momentos críticos. El más predecible se refiere a los llamados “siete minutos de terror”. En ellos, en medio de unas circunstancias inciertas, sin seguimiento en tiempo real por el inevitable retraso en las comunicaciones, la nave tendrá que posarse de forma autónoma sobre el suelo de Marte. El objetivo de la misión es descubrir si, al menos en el pasado, hubo vida en Marte.

En 2024 la NASA prevé enviar de nuevo astronautas a la luna para establecer una presencia sostenible allí. Pero surgen algunas dudas ¿Y si alguien enferma en el espacio? ¿Qué decisión tomar, finalizar la misión o continuar adelante? ¿Y si algo más fallara? Este tipo de análisis es absolutamente necesario para minimizar los riesgos de las misiones a la Luna y Marte.

Las respuestas a los escenarios hipotéticos ayudan a los ingenieros e investigadores a planificar estratégicamente, a diseñar los vehículos y equipos más eficaces, así como a incrementar la seguridad para los astronautas. La principal herramienta, la prospectiva, ayuda a generar de antemano los distintos escenarios futuros posibles y cómo unirlos a la toma de decisiones. No pretende predecir el futuro, sino mejorar la capacidad de adaptación a lo que pueda suceder. Es decir, ayuda a decidir cómo actuar hoy pensando en el futuro.

  1. ¿Cómo pueden contribuir los productos estructurados?

El inversor ha sufrido la volatilidad del mercado y necesita herramientas  para controlar los riesgos y a volver a la senda de los rendimientos. Incorporar productos estructurados en las carteras permite de antemano conocer y gestionar los riesgos derivados de cada inversión y proporciona un mapa sobre los rendimientos que tendrá la cartera en los años siguientes.

Recordemos que los productos estructurados son vehículos financieros de inversión que bien participan de la evolución de determinados activos  (índices, acciones, etc.) o bien generan cupones durante la vida del producto. Pueden utilizarse como alternativa a las inversiones tradicionales en renta variable y renta fija, por lo que se pueden combinar hasta conseguir la solución que mejor se adapte a su situación particular.

La utilización abusiva en el pasado por parte de algunas entidades de los estructurados aprovechándose de sus clientes ha generado su clasificación como productos complejos y una mayor vigilancia por parte de los reguladores para incrementar la protección del inversor.  Actualmente la mayoría de entidades emite productos con liquidez donde se transparenta al inversor toda la información  de los rendimientos esperados, riesgos y costes del producto.

Antiguamente se utilizaban las herramientas de backtesting para, basándose en el análisis de los datos históricos reales, obtener conclusiones del posible comportamiento de los productos. Pero como sabemos, rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros. En los últimos años, las entidades y reguladores apuestan por sustituirlo por el análisis de escenarios futuros. Se pretende contemplar todas las alternativas posibles que ofrece cada producto y “aprender del futuro”, es decir elegir un camino de inversión, imaginando y teniendo en cuenta todos los escenarios. De alguna manera se solicita a las entidades que institucionalicen la imaginación.

5. Ventajas e inconvenientes

Lo que no se escapa a nadie es que la crisis ha dejado un escenario de mayor volatilidad y, las fuertes caídas de los activos, precios de entrada más bajos. Por ello los productos estructurados más populares de los últimos meses han sido los más beneficiados por el incremento de la volatilidad; productos autocancelables vinculados al comportamiento de los principales índices de referencia, S&P 500 y Eurostoxx 50E; seguidos de los productos de participación o “outperformance certificates” y; para las carteras menos atrevidas, se ha buscado protección de capital. Pero esta crisis está demostrando que el sector bancario está bien capitalizado y aunque sus diferenciales de crédito han aumentado, lo han hecho desde una base muy baja, por lo que las características de los estructurados con capital garantizado han sido menos atractivas que en anteriores crisis.

Los principales inconvenientes son la liquidez, la información, el coste y los riesgos asociados al emisor. Con respecto a los dos primeros, la mayoría de emisores de calidad o “investment grade” ya proporcionan un auténtico mercado secundario que aporta liquidez real. En cuanto a costes, en los últimos años todas las emisiones ya incorporan en su documento informativo obligatorio “KID” la relación de costes asociados desglosada.

Anteriores crisis nos han enseñado que hasta emisores con buenas calificaciones crediticias pueden llegar a quebrar. Por ello es importante tener acceso a distintos emisores de forma que la diversificación del riesgo de crédito en las carteras aporte tranquilidad.

Ahora más que nunca es necesario estar cerca de los clientes. El Banquero es la figura clave, el eslabón entre la situación general del mercado y la particular de cada inversor. Los gestores deben disponer de todas las herramientas necesarias y la incorporación de productos estructurados en la configuración de las carteras de inversión puede aportar un elevado valor en cuanto a reducción de la incertidumbre y generación de rendimientos futuros conocidos con riesgos predeterminados.

Disponer de las herramientas necesarias y destilar y filtrar la información presente y pasada es clave para mejorar los procesos de toma de decisiones de inversión. Y cuando todas las referencias pasadas no sean válidas, tal vez la mejor opción sea aprender del futuro.